sábado, 26 de diciembre de 2009

El miedo que produce Cambiar

Es increíble el miedo que produce cambiar. Claro, nos educaron con el criterio de que la estabilidad era sinónimo de madurez y de equilibrio. Quien cambia es 'inestable', inmaduro, todavía no ha crecido, porque el ideal de vida para la sociedad, es un mundo quieto. Vivir en el mismo barrio, habitar la misma casa, permanecer en el mismo colegio, tener la misma pareja, 'durar' en el mismo trabajo, escoger carrera 'para toda la vida', amarrarse a la misma ciudad y al mismo país... todos sinónimos de estabilidad. Ni qué decir de las ideas o de las creencias. Hay que tener los mismos valores, los mismos criterios, la misma mentalidad. Atreverse a innovar es como una 'locura' y es más importante permanecer que arriesgar. Nuestra sociedad valora lo estático, que 'no produce desorden', antes de romper esquemas y arriesgarse a que la vida sea diferente.

El criterio más elemental para cambiar, el más simple si se quiere, es que lo que hemos vivido, lo que hemos estudiado, lo que nos ha acompañado, donde hemos permanecido, no nos ha producido ni la paz ni la armonía esperadas.

¿Qué escoger? Arriesgarse o permanecer, he allí las alternativas.

Aclarando que muchas de las cosas que esperamos afuera no se encuentran 'afuera'. En más de una situación el cambio exterior no produce los resultados que anhelamos porque los problemas no son tan sólo geográficos, o de ambiente, o de la persona que nos acompaña, o de la ciudad o del país en el que habitamos.

Debo cambiar y arriesgarme, pero también debo manejar internamente la flexibilidad para no apegarme, para fluir, para atreverme. Es el famoso equilibrio: cambiar pero no desbordarse. Cambiar pero no precipitarse o indigestarse queriendo asumirlo todo a la vez. Ningún cambio duradero es rápido o instantáneo. Los cambios necesitan cocción. En el cambio no hay horno microondas sino fogón de leña. Porque, así sea impactante, lo que permanece quieto es porque está muerto. Lo único que no acepta cambio es la muerte. Sorprende cómo los seres humanos dicen tanto de su personalidad a través de su necesidad o resistencia a los cambios.

Hay personas 'muertas' en vida que no se atreven a cambiar ni siquiera la ruta hacia el trabajo, ni lo que comen, ni se arriesgan a vestirse diferente, a mover los muebles de la casa, o a pasar un fin de semana de otra manera. Por eso cuando no se acepta, la resistencia al cambio se convierte en enfermedad.

A las buenas o a las malas, el mundo se mueve y el cambio no consulta. ¡Simplemente se da! O me subo al carrito del cambio o el cambio me atropella.

Autor Desconocido

MI VIDA ERA SOLO VIDA

Mi vida era triste, mi vida era vacía, no había emociones, amores ni pasiones, mi vida era sólo vida, yo no vivía mi vida. Era tan sólo vida vivida, porque era vida.

Mi vida con sus problemas, mi vida con sus vivencias, así transcurría mi vida, y sólo la vivía día tras día, sin Fe ni esperanza, y siempre andaba ciego por la vida.


Hasta que vino a mi vida aquel que nos dio la vida. Él me enseñó a amar, sacó las vendas de mis ojos. Él me enseñó cómo vivir la vida y me mostró todo lo que Él nos había regalado en esta vida; la naturaleza, el mar, el amor...
Y así empecé a disfrutar la vida, desde una hoja caída en el otoño, hasta un capullo recién brotado en una linda primavera. Desde una gota de lluvia caída en un invierno crudo, hasta la rosa ya crecida en un caluroso verano.
Ahora vivo yo la vida, no es simplemente vida, vive Dios en mi vida, y yo vivo en Dios, que es Vida.
Padre Ignacio Larrañaga