Nota
deAnnie Marquier, matemática e investigadora de la conciencia Que el
corazón tiene cerebro es una metáfora, ¿no? No. Se ha descubierto que el
corazón contiene un sistema nervioso independiente y bien desarrollado
con más de 40.000 neuronas y una compleja y tupida red de neurotransmisores,
proteínas y células de apoyo. ¿Es inteligente? Gracias a esos circuitos
tan elaborados, parece que el corazón puede tomar decisiones y pasar a
la acción independientemente del cerebro; y que puede aprender, recordar
e incluso percibir. Existen cuatro tipos de conexiones que parten del
corazón y van hacia el cerebro de la cabeza. Primera... La comunicación
neurológica mediante la transmisión de impulsos nerviosos. El corazón
envía más información al cerebro de la que recibe, es el único órgano
del cuerpo con esa
propiedad, y puede inhibir o activar determinadas partes del cerebro
según las circunstancias. ¿Significa eso que el corazón puede influir en
nuestra manera de pensar? Puede influir en nuestra percepción de la
realidad y por tanto en nuestras reacciones. Segunda conexión... La
información bioquímica mediante hormonas y neurotransmisores. Es el
corazón el que produce la hormona ANF, la que asegura el equilibrio
general del cuerpo: la homeostasis. Uno de sus efectos es inhibir la
producción de la hormona del estrés y producir y liberar oxitocina, la
que se conoce como hormona del amor. Tercera... La comunicación
biofísica mediante ondas de presión. Parece ser que a través del ritmo
cardiaco y sus variaciones el corazón envía mensajes al cerebro y al
resto del cuerpo. Cuarta... La comunicación energética: el campo
electromagnético del corazón es el más potente de todos los órganos del
cuerpo, 5.000 veces más intenso que el del
cerebro. Y se ha observado que cambia en función del estado emocional.
Cuando tenemos miedo, frustración o estrés se vuelve caótico. ¿Y se
ordena con las emociones positivas? Sí. Y sabemos que el campo magnético
del corazón se extiende alrededor del cuerpo entre dos y cuatro metros,
es decir, que todos los que nos rodean reciben la información
energética contenida en nuestro corazón. ¿A qué conclusiones nos llevan
estos descubrimientos? El circuito del cerebro del corazón es el primero
en tratar la información que después pasa por el cerebro de la cabeza. ¿
No será este nuevo circuito un paso más en la evolución humana? ¿...?
Hay dos clases de variación de la frecuencia cardiaca: una es armoniosa,
de ondas amplias y regulares, y toma esa forma cuando la persona tiene
emociones y pensamientos positivos, elevados y generosos. La otra es
desordenada, con ondas incoherentes. ¿Aparece con las emociones
negativas? Sí, con el miedo, la
ira o la desconfianza. Pero hay más: las ondas cerebrales se
sincronizan con estas variaciones del ritmo cardiaco; es decir, que el
corazón arrastra a la cabeza. La conclusión es que el amor del corazón
no es una emoción, es un estado de conciencia inteligente. ... Ya ve, el
cerebro del corazón activa en el cerebro de la cabeza centros
superiores de percepción completamente nuevos que interpretan la
realidad sin apoyarse en experiencias pasadas. Este nuevo circuito no
pasa por las viejas memorias, su conocimiento es inmediato, instantáneo,
y por ello, tiene una percepción exacta de la realidad. Parece ciencia
ficción. Está demostrado que cuando el ser humano utiliza el cerebro del
corazón crea un estado de coherencia biológico, todo se armoniza y
funciona correctamente, es una inteligencia superior que se activa a
través de las emociones positivas. Pues parece que nadie lo utilice...
Es un potencial no activado, pero empieza a estar
accesible para un gran número de personas. ¿Y cómo puedo activar ese
circuito? Cultivando las cualidades del corazón: la apertura hacia el
prójimo, el escuchar, la paciencia, la cooperación, la aceptación de las
diferencias, el coraje... ¿Santos las 24 horas? Es la práctica de
pensamientos y emociones positivas. En esencia, liberarse del espíritu
de separación y de los tres mecanismos primarios: el miedo, el deseo y
el ansia de dominio, mecanismos que están anclados profundamente en el
ser humano porque nos han servido para sobrevivir millones de años. ¿Y
cómo nos libramos de ellos? Tomando la posición de testigos, observando
nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos, y escogiendo las
emociones que nos pueden hacer sentir bien. Debemos aprender a confiar
en la intuición y reconocer que el verdadero origen de nuestras
reacciones emocionales no está en lo que ocurre en el exterior, sino en
nuestro interior. Ya. Cultive el silencio,
contacte con la naturaleza, viva periodos de soledad, medite,
contemple, cuide su entorno vibratorio, trabaje en grupo, viva con
sencillez. Y pregunte a su corazón cuando no sepa qué hacer. (Autor desconocido)