sábado, 11 de octubre de 2008

Nuevas Energías

Hay dos tipos de energías que inciden en nuestras vidas: energías femeninas y masculinas. Básicamente, lo femenino es pasivo, energía hacia el adentro y el masculino es activo, energía hacia el afuera. Seguramente, con las múltiples distorsiones que encontramos en el mundo, inconcientemente relacionamos lo masculino con lo "bueno, lo deseable, lo que debe ser" y lo femenino con lo "malo, lo reprimible para triunfar, lo subvalorado". Si embargo, sólo cuando estamos balanceados podemos lograr lo que deseamos sin luchar.
En una forma práctica, esto significa conectarnos desde la paz, la creatividad, el respeto por la vida, la visión holística, la intuición de lo femenino para saber qué deseamos desde lo profundo del corazón. Una vez que lo conocemos, el masculino lo pone en práctica, lo concreta en el mundo a través de su accionar fuerte, dirigido y seguro.
Una de las claves reside en escuchar esa suave voz que reside en nuestro interior.
Llevados de la nariz por los mandatos sociales y la prisa que todo lo envuelve, resulta difícil hacerlo. Por eso, es necesario desacelerarnos para aquietarnos y permitir la emergencia de lo que somos. Justamente, se usa (y se abusa) de la actividad y los “compromisos” para acallar lo que surge y continuar en la mediocridad y el vacío que muchas veces se siente.
Aquí aparece el miedo de contactarse con lo que estamos tapando. Como hablábamos con una paciente en la semana, muchos viven como marionetas, colgados de hilos llamados la carrera, los estudios, los hijos, el status, el matrimonio, las deudas, las obligaciones, la imagen, lo invertido en todo ello, los ideales, etc. Temen cortar con lo proyectado en todo eso y caer a la verdad de lo que realmente ES. En forma simbólica y literaria es caerse al suelo en lugar de vivir colgado o, como otros, de resistir estoicamente como un roble. No hay escapatoria de ello y está bien. Es fundamental caer al piso y descansar, dejar que la Madre Tierra nos dé el sostén, la nutrición y la contención que necesitamos y, bien parado sobre nuestros pies, reiniciar el camino desde otra visión, una visión más femenina diría.
¿De qué se trata? En la Vieja Energía , el masculino dictaba los objetivos y salía a luchar, a conseguirlos a cualquier precio. No resulta extraño que las actuales generaciones quieran seguir siendo adolescentes por siempre si eso es lo que les espera. Ven a sus padres vivir estresados, hartos, quejosos, sin hacer lo que les gusta o haciéndolo desde lugares exigidos, controladores, con poca alegría. Ellos vienen con el chip de otras posibilidades, pero no las encuentran en los adultos ni en lo que la sociedad les vende, así que muchos, lamentablemente, recurren a las drogas o otras distracciones para escaparse.
En la Nueva Energía , el asunto es bien distinto: lo femenino se conecta con los deseos del alma, trabajamos desde el interior para SER, para vibrar de acuerdo a ellos y nos abrirnos a que eso llegue a nosotros, atentos a las señales, las coincidencias, las sincronías, los mensajes. Esto conlleva una gran confianza en nosotros mismos, una enorme fortaleza armoniosa para dejar que las circunstancias trabajen para nosotros y lleguen cuando es el momento adecuado, recordando que “los tiempos de Dios no son nuestros tiempos”. Una vez que comenzamos a localizar las señales, lo masculino sale a concretarlo, a HACER, a trabajar en forma constante y segura, aprendiendo de cada experiencia.
Este poema me parece muy apropiado para invitarte a crear tu día:
“Y póngase el calcetín, paloma mía,
y véngase a cocinar el nuevo día.
Todo esta listo, el agua, el sol y el barro,
pero si falta usted no habrá milagro.
Si le falta usted
a un mundo enfermo y con canas,
quién va a hacerle la cama
y quién le peinará la frente
y quién le lavará la cara,
si falta su risa
para echarlo a andar.
Venga conmigo y el gallo a cantar”

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