sábado, 14 de marzo de 2009

Origen mental de las enfermedades crónicas.

Tenemos un gran poder: el de la mente. Pero la mayoría de las veces como no somos concientes de su capacidad para hacer milagros, lo mal utilizamos y obtenemos de el resultados negativos.
Es por eso que hay que ser concientes de la forma en que transformamos los impulsos creativos que recibimos del Universo en palabras o emociones, porque ellas son como varitas mágicas que afectan nuestra vida, nuestros cuerpo... y al mundo entero, generando cúmulos de energía que dependiendo de su calidad serán monstruos destructores o bendiciones creativas o curativas.
Cuando luchamos por recuperar la salud perdida, a menudo solemos prestar mayor atención al poder avasallador de la enfermedad en lugar de concentrarnos plenamente en la posibilidad de sanar; en esta forma, permitimos que la enfermedad corporal se convierta en un hábito tanto mental como físico. Este fenómeno se manifiesta especialmente en las personas tensas y aprensivas. Todo pensamiento depresivo, todo pensamiento de felicidad, de irritabilidad o de calma, graba su surco sutil en las células cerebrales, fortaleciendo nuestras tendencias ya sea hacia la enfermedad o hacia el bienestar.
Nuestras subconscientes "ideas-hábitos" , ya sea de salud o de enfermedad, ejercen una poderosa influencia sobre nuestro ser. Las enfermedades rebeldes -tanto mentales como físicas- poseen siempre una profunda raíz en la mente subconsciente. Para eliminar la enfermedad es necesario arrancar estas ocultas raíces. Es por ello que toda afirmación consciente debe ser practicada con la fuerza suficiente como para que sea capaz de imprimir [su verdad] en la mente subconsciente; entonces esta última influirá a su vez en forma automática sobre la conciencia.
Así pues, las afirmaciones vigorosas que se practican en forma conciente, actúan tanto sobre la mente como sobre el cuerpo a través de la mediación de la mente subconsciente. Las afirmaciones efectuadas con una fuerza aún mayor, alcanzan no sólo a la mente subconsciente sino también a la supraconsciente, mágica surtidora de poderes milagrosos.
Toda afirmación de una Verdad debe ser practicada aplicando en ella la voluntad, el sentimiento, la inteligencia y la devoción. No debe permitirse que la atención se distraiga. Es necesario entrenar la atención como si se tratara de un niño travieso; cada vez que se desvía de su objetivo, se le debe traer de regreso y enseñarle, una y otra vez, en forma repetida y paciente, a concentrarse en la tarea que se le ha asignado. Paramahansa Yogananda.

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