Un
día soleado, la Belleza y la Fealdad decidieron salir juntas a pasear.
Al pasar junto al mar, se les ocurrió darse un baño bajo el fuerte sol
de verano. Quitaron sus ropas y entraron lentamente en las aguas.
Juguetearon, salpicaron con sus saltos y caprichos dentro del agua y rieron hasta ya avanzada la tarde. Al salir, se vistieron
rapidamente. Pero sin darse cuenta la Fealdad se puso equivocadamente las ropas de la Belleza, y a la Belleza no le queda más que vestirse con los harapos de la Fealdad.
Desde entonces van por el mundo con ropajes que no les corresponden. Uno fácilmente las confunde.
Fuente: relato de Gibrán Khalil Gibrán, foto cortesía de Carolina Vignola
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