miércoles, 8 de septiembre de 2010

Necesito tu ayuda

Miralas bien. Sentilas. Puede que parezcan palabras. Son ondas de
consciencia, que adoptan formas de letras para que tus ojos las
reconozcan. Entre espacio y espacio, también hay impulsos de
energía, pura, para que tu ser se expanda e ilumine. Vine en tu
búsqueda porque sé de lo que sos capaz. Necesito tu ayuda.

Mejor que hablar es accionar. Acompañame, ya lo hicimos otras veces.
Despleguemos nuestras alas, al compás del viento. Volemos así, bien
alto. Que tu luz sirva de guía para aquellos que ahora contemplan el
cielo, en busca de una señal. Advertí cómo transmutan aquellos ojos
tristes. Vamos bien. Tu sonrisa les imprimió un atrayente resplandor,
lleno de vida y encanto. No te detengas, sigamos.

¿Ves esas manchas oscuras? Son áreas de inconsciencia. Así se ven
los campos vibratorios que ayudamos a sostener cuando la negatividad
nos impregna. Estos son los espacios, densos, que oxidan el corazón,
para impedirle que se abra y reconozca la degradación y el
desequilibrio al que se expone al hombre, de manera sistemática.

Intuiste bien. Este es el sitio donde esparciremos nuestras semillas
de luz, para ayudar a que florezca el discernimiento y prospere la
esperanza. Antes de soltarlas imprimiles tus mejores intenciones. Que
tu alma las recubra con su fe. Proyectales, también, tu ferviente
confianza en un mundo más humano y armónico, donde vivamos
celebrando y vibremos en el amor.

Disfruté de nuestro vuelo. Me siento pleno. Mi espíritu sabe que
este recuerdo permanecerá, imborrable, en mi memoria. Qué importa si
no llegamos a ver los frutos. Nos sobra con la ardiente certeza de
saber que, a nuestro modo, sumamos para humanizar la realidad. Te
dejo, en este cálido y fuerte abrazo, mi agradecimiento más sincero.
Sé que siempre estarás a mi lado, cada vez que venga y te diga…
“necesito tu ayuda”.

Julio Andrés Pagano

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