La palabra espiritualidad, ni siquiera debiera de existir, puesto que
ella nos hace caer en la creencia de que algo o alguien es espiritual y
algo o alguien no lo es. Pero en un mundo dual, como el escenario en
que desenvolvemos nuestros aprendizajes, la mayoría de las veces tenemos
que limitarnos con las palabras, aun comprendiendo que solo nos hacemos
comprender con ellas aproximadamente.
La cuestión es que nos han imprimido en la memoria la idea de que
quienes son “espirituales” o siguen conscientemente el proceso de su
evolución espiritual en ésta dimensión, deben ser personas adustas,
esforzadas, siempre en probación, atendiendo de lleno a sumar un mérito
kármico a su historia, para ascender, o iluminarse, o “ser más
espiritual que”… Cuando lo auténtico sería que quien va develando lo que
ES, se aliviane, deje de esforzarse, debido a comprender lo irreal de
lo que tanto nos pesa, y llegue a estar cada vez más alegre y en paz…si
no…tal vez hubiera sido mejor ni haber “despertado” aun parcialmente,
de lo mundano y trivial.
Tal vez todo provenga de que tenemos que manejarnos cada vez más
desde el SER en un mundo que es dominio del ego…y éste comienza a
sentirse muy vulnerable cuando se pone en evidencia su temporalidad.
Sin embargo, podemos hallar el punto intermedio entre lo que
significa reconocer que en esencia somos el Océano, y aún así, estamos
aquí para experimentarnos como ola. Es maravilloso, como dice Jeff
Foster saber que “En el océano que SOY, las demás olas son esencialmente
yo”, mas mientras estamos encarnados, nuestro papel de ola individual
tiene que ser sostenido coherentemente, con amor y comprendiendo la
complicación de despertar en un mundo dual que a cada instante nos lleva
a detenernos para mantenernos conscientes de la Totalidad y la
Unicidad, aún en el juego de opuestos.
Lo refrescante es que sabiéndonos ALGO TAN INMENSO…eso nos puede
hacer más fácil el camino, el desaferrarnos o desapegarnos, el
despreocuparnos por lo que no tiene eternidad, por lo transitorio, y el
sabernos inocentes jugadores en un juego en el cual, sin dañar a nadie,
en verdad, solo nos re-conocemos o experimentamos a nosotros mismos en
distintos roles, durante solo un capítulo del libro dela Vida.
Muchos se atemorizan y hasta deprimen cuando se ven enfrentados a
ideas como …no hay más Dios que Tú, o Solo Dios es real, o todos no
somos más que pensamientos en la Mente única. Realmente, en un
principio, ya que seguimos los programas de nuestro ego, que abunda en
miedo, estas ideas nos abruman…mas el consejo es no donarlas al dominio
de la mente, que aumentará la confusión, sino dejarlas fluir hasta que
la intuición del corazón nos haga comprender realmente el significado y
la maravilla que encierran.
Por eso, midamos nuestro equilibrio al respecto, considerando cómo
nos sentimos a medida que avanzamos. Si la paz es mayor, si podemos
disfrutar la vida de nuestro personaje dual, aún sabiéndola temporal, si
podemos, de a pasitos, estar más presentes y en atención, mas sin
forzarnos y sin amargarnos por no lograrlo con la prontitud deseada, si
podemos observar a “los otros” respetando esa aparente personalidad, aun
siendo conscientes del océano que todos somos…si podemos reír y llorar,
bailar y acongojarnos en un duelo, amar y cuidar la naturaleza aunque
nos digan que solo está en nuestra mente…realmente estamos comprendiendo
la sutil vivencia de la Unicidad y la dualidad aparente..
Si en el proceso de pelar la cebolla, nos sentimos amargados,
infelices o temerosos…es porque esa no es nuestra verdadera percepción,
sino la del ego, que no quiere perder poder y trata de que sigamos
inmersos en sus “programitas” de sufrimiento
No nos apartemos de la alegría…ni muchos menos caigamos en la
indiferencia de decir “Bueno…si todo es irreal, nada de nada importa”.
No tendría sentido haber venido a experimentar la individualidad, si la
desechamos como inútil. Nada es menos que perfecto… aún la ola que cada
día, reconociéndose como océano, lame la playa de la arena del
tiempo…sabiendo que ambos (ola y tiempo) son una ilusión necesaria
evolutivamente
Que la paz fluya!
Tahíta
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