“Para
mí hay tres palabras que definen a las personas y constituyen un
compendio de actitudes —dicho sea de paso, no sé si yo las tengo— y que
son: permiso, gracias y perdón.
La persona que no sabe pedir permiso atropella, va adelante con lo
suyo sin importarle los demás, como si los otros no existieran. En
cambio, el que pide permiso es más humilde, más sociable, más
integrador.
¿Qué decir del que nunca pronuncia “gracias” o que en su corazón siente que no tiene nada que agradecer a nadie?
Hay un refrán español que es bien elocuente: “el bien nacido es agradecido”.
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