Los antiguos chinos aconsejaban a quienes querían que sus
negocios marcharan bien que siempre eligieran, sin discutir, la parte menos
buena del contrato. Preocupándose de que sus socios obtuvieran el mejor
beneficio, ellos conservaban sus trabajos, creciendo así sus ganancias…
Generosidad es no querer nada para ti que no sea también posible para los
otros.
Medita bien lo que te voy a aconsejar: Si alguien te pide
que le des o prestes una cantidad determinada de dinero, dale lo que te pide
agregando un poco más. Si sólo le facilitas la cantidad que te pidió, éste, por
estar en situación inferior a la tuya, sintiéndose ofendido, en cierta forma te
detestará, sin agradecerte. Pero si le das un poco más de lo que te pide, en
vez de guardarte rencor por la cantidad solicitada, te agradecerá por lo poco
que le has dado demás.
La persona que vive encerrada la cárcel de su ego, tiene
cuatro grandes temores:
1.- Miedo al espacio. El infinito se le hace intolerable.
Por terror a lo informe, diseña edificios rectilíneos y vive en cuartos que son
cubos. No concibe ser ciudadano del planeta y del Cosmos. Apoyándose en tradiciones
caducas, desarrolla egoístas formas de patriotismo.
2.- Miedo al tiempo. Llena su vida de distracciones para
olvidar la brevedad de su paso por el mundo. Si su aquí es un cubo, su ahora es
un producto de relojes: le parece que ha dominado a la eternidad por llevarla
en la muñeca, encerrada en una máquina.
3.- Miedo a la consciencia. Se contenta con hacer uso de
diez células cerebrales, sin querer investigar en las incontables otras que no
cesan de efectuar conexiones misteriosas en su cerebro. Permanece en su jaula
de palabras y se convierte en un absurdo consumidor, transformando su angustia
en infantilismo.
4.- Miedo a la vida. Detesta el cambio y se aferra a sus
valores anquilosados. Exhibe sus sufrimiento con orgullo vanidoso, trata de
“extravagantes”, “locos peligrosos” o “engendros diabólicos” a quienes,
desdeñando la política corrupta, abogan por una mutación mental.
El individuo, sumergido en su ego, en su río de palabras, en
su dialogo interior, pierde el contacto con el mundo real. Negando la
multiplicidad del Cosmos, tiende a simplificarlo en fórmulas intelectuales. Mas
toda simplificación acarrea sufrimiento. Vivir en un egoísta engaño mental
conduce a creerse inferior, a padecer angustia, a sentirse mutilado, a temer
ser abandonado y perderlo todo.
Sin embargo este ego implantado en nuestro ser auténtico por
la familia, la sociedad y la cultura, se puede convertir en una fuente de
felicidad si se le hace mutar, inyectándole en sus sistemas petrificados
pensamientos, sentimientos y deseos generosos.
Te ruego que te permitas pensar lo siguiente:
1.- El espacio entero, aquel que ocupa el universo, es mi
cuerpo. Soy este inmenso conglomerado de distancias y astros. Mi límite no es
mi piel. Mi espíritu se extiende sin límites hasta los confines del cosmos.
Estoy en todo, lo abarco todo. ¡Amo a mi cuerpo infinito!
2.- El tiempo es lo que a mí me sucede. El universo no tiene
fin. Nada en él muere, todo en él cambia. El cosmos, mi cuerpo, está cambiando
segundo a segundo, yo estoy cambiando, nunca moriré, la muerte es sólo un
concepto intelectual, yo soy eterno.
3.- La conciencia es el resultado de la evolución de todos
los seres vivientes. Nosotros, los humanos, de mutación en mutación formaremos
una conciencia colectiva. Yo, individuo, llegaré a utilizar todas las neuronas
de mi cerebro, para convertirme, junto a todas las razas cósmicas
evolucionadas, en un universo de energía espiritual pura, parido en verdad por
la generosidad de la materia.
4.- Abro la jaula del ego y me entrego a la vida, dándome
completamente, siendo lo que auténticamente soy, no queriendo apoderarme de
nada porque todo el universo es mío. No sintiéndome abandonad@ porque sé que
los seres estamos unidos; no sintiéndome inferior porque soy el germen de la
divinidad androgina; no sintiéndome angustiad@ porque sé que mi cerebro lo sabe
todo, lo puede todo, es todo; no sintiéndome mutilad@ porque soy capaz de vivir
integrad@ a la humanidad y al Cosmos.
FUENTE:Plano sin Fin
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